viernes, 22 de octubre de 2010

ÍTACA





Si vas a emprender el viaje a Ítaca,
pide que tu camino sea largo,
rico en experiencias y conocimiento.
A Lestrigones y a Cíclopes,
o al airado Poseidón nunca temas,
no hallarás tales seres en tu ruta
si alto es tu pensamiento y limpia
la emoción de tu espíritu y tu cuerpo.
A Lestrigones ni a Cíclopes,
ni al fiero Poseidón hallarás nunca,
si no los llevas dentro de tu alma,
si no es tu alma quien ante tí los pone.


Pide que tu camino sea largo.
Que numerosas sean las mañanas de verano
en que con placer, felízmente
arribes a bahías nunca vistas;
detente en los emporios de Fenicia
y adquiere hermosas mercancías,
madreperla y coral, y ámbar y ébano,
perfumes deliciosos y diversos,
cuanto puedas invierte en voluptuosos y delicados perfumes;
visita muchas ciudades de Egipto
y con avidez aprende de sus sabios.


Ten siempre en la memoria a Ítaca.
Llegar allí es tu meta,
mas no apresures el viaje.
Mejor que se extienda largos años;
y en tu vejez arribes a la isla
con cuanto hallas ganado en el camino,
sin esperar que Ítaca te enriquezca.


Ítaca te regaló un hermoso viaje.
Sin ella el camino no hubieras emprendido.
Mas ninguna otra cosa puede darte.


Aunque pobre la encuentres, no hubo engaño.
Rico en saber y en vida, como has vuelto,
comprendes ya qué significan las Ítacas.


Constantino Kavafis

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